Roberto Rivera Pérez
La evolución de la
ciencia y de las actividades creadoras del espíritu general exige otro tipo de
libertad, que puede calificarse de libertad interna. Esta libertad de espíritu
que consiste en pensar con independencia de las limitaciones de los prejuicios
autoritarios y sociales así como frente a la rutina antifilosófica y el hábito embrutecedor
en general. (Einstein, 1984)
Una revisión sobre la historia de la
ciencia, remitiría a los primeros indicios sobre la indagación documentada, manifiestos
en el Protágoras, el Tetetes y la Metafísica entre otras muy interesantes reflexiones que llegan
hasta nuestros días, y que incluso siguen maravillando a las y los investigadores.
Documentos y ensayos que forman parte de la ciencia clásica (también denominada
de esa manera a razón del fuerte peso que se le otorga al paradigma
simplificador de Descartes y determinista de Newton). Donde las apuestas, leyes
y demás preceptos de la ciencia clásica, fruto de las recurrentes
confrontaciones paradigmáticas, han demostrado tener, mantener y seguir haciendo
presente varios de los aciertos, las demostraciones, los aportes y demás
aplicaciones que actualmente forman e integran parte de nuestra vida cotidiana,
independientemente de si somos o no capaces de reconocerles, ¡pero ahí están!
No obstante, la forma y las
condiciones de la educación tradicional, escolarizada, altamente repetitiva y
poco reflexiva, que aún existe en los diferentes niveles y sistemas educativos
en el ámbito mundial, tienden a preponderar el conocimiento y demás opiniones
que están respaldadas por un grado académico, frente a las que se pueden
obtener por tradición oral, experiencia ancestral o algún otro medio de
continuidad de experiencias, saberes y demás conocimientos no necesariamente
académicos, y en ocasiones calificados de pseudocientíficos hasta que “alguien
con estudios” los valida. Lo que no
remite al relativismo epistémico, ya que para validar esos saberes tradicionales
y volverlos conocimientos apropiados para ser expuestos en el mercado de las
ideas, se podría recurrir a las herramientas de análisis de contenidos, como
son la ecología y el diálogo de saberes y/o los diálogos epistémicos comunes,
entre muchos otros. Lo que en el fondo, remite a la necesidad de conocer y
acoger una serie de metodologías, métodos, técnicas y demás recursos, a fin de
que sea considerado, revisado y posteriormente discutido el aporte o la propuesta
que se desea explicar frente a la comunidad científica.
Por ende, el conocimiento científico se
caracterizará por ser una creación y resultado de las confrontaciones paradigmáticas
de larga duración histórica, la recuperación y exposición de propuestas teóricas,
la recurrente demostración y reproducción de los fenómenos, la búsqueda de la
consolidación de las leyes, pero también por manifestar un alto interés por la
cuantificación de sus resultados. Situación
que se trata de hacer extensiva a todos los ámbitos disciplinares.
Por su parte, los estudios que se han
vinculado a las reflexiones paradigmáticas y problemáticas de alguna de las
diversas corrientes de las teorías de la complejidad (como son: teoría del
caos, de redes, termodinámica de no equilibrio, termodinámica para la
supervivencia en las ciencias sociales, ciencias de la complejidad, agentes no-clásicos,
teoría general de sistemas y sistemas complejos, pensamiento complejo, entre
muchas otras), y que a su vez acogen o se apoyan de las metodologías inter y
transdisciplinaria. También reconocen su origen disciplinario, simplificador, determinista
y totalizador; no lo destierran de sus ámbitos de investigación. Antes al
contrario, le suman los errores e incertidumbres que las ciencias clásicas alguna
vez omitió o por alguna razón fueron negados, como ya se ha comentado.
Asimismo, se reconoce que la
hiperespecialización, no alude solamente a una formación disciplinar
específica, pues supondría que el comenzar una segunda y/o tercera carrera
“solventaría lo anterior”; sino a la negación voluntaria, consciente o
inconsciente que tiene el investigador y demás estudiosos de fenómenos por
salir de su zona de confort, por no romper el precepto de escribir solamente de
temáticas que conoce, domina y le generan adeptos.
Me parece que ahí está la particularidad de la
investigación exploratoria, tratar de encontrar nuevos caminos por sitios en
donde “otros” ya habían pasado, y que
no habían visto; pero también el tratar de abrir senderos por donde solamente
unos pocos, ¡o nadie!, se ha atrevido a ingresar, reflexionar o preguntar. Como
lo sugiere Schrödinger en su introducción de ¿Qué es la vida? O Prigogine en El
nacimiento del tiempo, por mencionar dos casos concretos –pero
evidentemente hay muchos más-.
Lo que me invita a pensar, ¿Qué es lo
que hubiera ocurrido, si particularmente los dos anteriores no se arriesgan a
la búsqueda de datos fuera de sus áreas confort? ¿Qué es lo que los incitó para
iniciar una búsqueda ante lo desconocido, con las herramientas disponibles? Lo más seguro –especulativa y optimistamente
hablando-, es que quizá otro u otros de sus colegas, y mucho tiempo después,
habrían encontrado los principios de lo que ahora se conoce como la
neguentropia y la irreversibilidad del tiempo, respectivamente. Nociones que en
la actualidad, se suman a la lista de nuevos y viejos argumentos redescubiertos,
y que ahora están obligando a la mayor parte de los científicos a replantearse
y, volverse a cuestionar sobre las verdades que ya se tenían casi por absolutas
y determinadas. Como ya ocurrió en el año de1986, tras escuchar el discurso
inaugural de sir James Light-hill durante la sesión de la Unión Internacional
de Mecánica Pura y Aplicada.
Considero que toda investigación,
requiere de una fase –aunque sea remotamente pequeña- de una indagación
exploratoria manifiesta en el planteamiento de una o varias preguntas. Las cuales,
invariablemente son el resultado de amplios procesos de reflexión, acompañado
por arduas y placenteras horas de lectura, pero también como una manifestación
de la incertidumbre y la serendipia. Lo que sí, el planteamiento de esa
pregunta o preguntas, requerirá la formulación de una o varias respuestas, o
mejor dicho: una o varias aproximaciones a los resultados que se esperan
obtener al interactuar con una parte de la realidad que ha impactado al o los
investigadores, pues de lo contrario: se estaría preguntando al Gato de Cheshire
que camino se debe tomar, sin saber a dónde es que se desea arribar.
Por lo anterior, es necesario que
todas las investigaciones científicas y sin importar la disciplina a la que se
refiera, debe partir de una pregunta, a esa se le otorgue una respuesta
tentativa, misma que desde algunos enfoques epistémicos le llaman: hipótesis
(propio de las ciencias en las que predomina el sustento cuantificables) o supuesto
investigativo (como ocurre en las
ciencias que no pueden reproducir los fenómenos previamente analizados a voluntad). Donde sin importar el cómo es que
se le llame –a razón de la herencia positivista-, ambas deben sugerir una
aproximación y otorgar una propuesta del cómo acercarse al fenómeno enigmático que
se desea conocer. Ya que al omitir la presencia de esa invaluable aproximación –aunque
sea básica o tentativa-, se puede caer en un relativismo epistémico o en
procesos pseudocientíficos sin importar la metodología acogida, el grado de
cuantificación manifiesta en los instrumentos utilizados y la cantidad de teoría
que a la que se recurra en el proceso.
A colación me surge una premisa: ¿Será
pertinente hablar del uso de la hipótesis en investigaciones propias de las
ciencias sociales? A lo que respondo:
Se debe recordar que la tradición positivista
no solo determinó qué tipo de conocimiento es pertinente y cuál no, sino que
también provocó la separación entre las ciencias, de ahí que se puede hablar de
la existencia de las ciencias duras (propias de los procesos cuantificables) y las
blandas (o de las ciencias sociales), donde la filosofía por su intrínseca relación
a la religión, fue expulsada de ambas categorías.
Justamente tras el descubrimiento de
los principios de la física cuántica, la presencia de agentes no-clásicos (que
son avances tecnológicos que no se conoce a ciencia cierta cuál es su alcance y
las consecuencias por su uso), la búsqueda por establecer puentes comunicantes
entre disciplinas e investigadores, seguido por el reconocimiento de los bordes
epistémicos que caracteriza a los métodos y técnicas del paradigma simplificador,
y que a su vez este contexto, abrió la puerta a los estudios e investigaciones
desde los diversos enfoques de las teorías de la complejidad. La situación
permite que algunos de los principios, técnicas, procesos investigativos, métodos,
metodologías y propuestas teóricas sin importar su origen disciplinar, puedan
ser extrapoladas en ciertas condiciones epistémicas (sobre todo apoyándose de
herramientas para el análisis de contenidos) a otras áreas y campos de
conocimiento en las cuales no tuvieron su origen.
Por ende, llamase supuesto
investigativo o hipótesis, a fin de cuentas es una respuesta tentativa y
aproximativa al puerto que se desea arribar mediante el apoyo y acompañamiento
de la constante reflexión, la recolección de datos, el análisis, la revisión teórica
y la exposición de resultados, tanto en las ciencias cuantificables, como en
las no reproducibles de fenómenos.
Referencias:
Aristóteles.
(2015). Metafísica. Editores Mexicanos
Unidos.
De Pomposo, A. (2015).
La conciencia de la ciencia. Un juego
complejo. CEFPS-Vicente Lombardo Toledano.
Einstein, A. (1984). Sobre la teoría de la relatividad y otras aportaciones científicas. SARPE
Morin, E. (1984). Ciencia con consciencia. Anthropos.
Pérez Tamayo, R.
(2017). La estructura de la ciencia.
FCE.
Pérez Tamayo, R.
(2014). La revolución científica.
FCE.
Platón. (1973). Protágoras. Porrúa.
Platón. (1973). Tetetes. Porrúa.
Rivera Pérez, R. (2021). Una apuesta
más para el reencuentro disciplinar: Diálogos epistémicos comunes. En M. V.,
Nava Avilés, A., Medina Rivilla y E., Bocciolesi, (Coords). Enfoques y construcciones de la investigación
educativa en estudios de Posgrado. Escuela Normal Superior.
Rivera Pérez, R. y Andrade Salazar, J. A. Coord. (2019)
Reflexiones sobre investigación
integrativa. Una perspectiva inter y transdisciplinar.
CLACSO-MMREM-KAVILIEANDO.
Comentarios
Publicar un comentario