Roberto Rivera Pérez
En
todo caso sus libros se parecen a los nuestros, pero tienen las palabras
escritas al revés, y eso lo sé porque una vez levanté uno de los nuestros al
espejo y entonces los del otro cuarto me mostraron uno de los suyos. (Caroll,
2015)
La pandemia del
Sars-Covid19, la cual ya cumplió poco más de un año desde su mutación biológica
y su registro médico internacional, no solo impugnó los sistemas de salud y
organismos internacionales, sino que también vino a contradecir el fenómeno del
antropocentrismo, caracterizado por la exaltación de los avances
tecnocientíficos (incluyendo las investigaciones sobre desarrollo genético, los
estudios sobre el micromundo, las ciencias de frontera, entre otros) como
alternativa de la humanidad, a fin de colocarse como amo, señor y de ser
posible creador de la propia naturaleza, así como administrador de sus secretos
(recursos escasos no renovables). Contexto, que caracterizaba al ser humano
propio de la era de la modernidad, posmodernidad y de la Revolución tecnológica
y de la información contemporánea.
El Sars-Covid19 le
recordó a la humanidad en general, que se es parte de una especie más que está
sujeta a las eventualidades e incertidumbres que provoca la selección natural y
los cambios abruptos de las condiciones climatológicas, eventos naturales
catastróficos, así como el acceso o la limitación a los recursos escasos
neguentrópicos (como son alimentos, recursos no renovables, pero también se
debe incluir el acceso a la información corroborada y el capital humano).
Asimismo, la pandemia del Covid19, ha demostrado la poca solidaridad
internacional y las relaciones jerárquicas estructurales que persisten en la
organización mundial (Primer y Tercer mundo), a pesar de las múltiples
invitaciones de parte de algunos de los organismos internacionales, como son la
ONU, OMS y FAO, para que se fomente el apoyo mutuo entre países. No obstante,
la realidad internacional ha demostrado reiteradamente que los intereses
geopolíticos e ideológicos nacionales, se han sobre puesto al cuestionar si se
debe o no dar la ayuda, y en qué condiciones otorgarla.
Además, el fenómeno del
encierro voluntario, autoimpuesto, forzado u ocasional, en compañía de las
medidas de seguridad y salubridad que cada familia nuclear adopta al interior
de sus respectivos grupos domésticos, han venido a desarrollar nuevas prácticas
para la interacción, cada vez más vinculada o supeditada a las redes sociales y
los medios masivos comunicación (propios de la revolución digital), formas
alternativas de organización social y para la convivencia, pero también se han
incrementado los problemas de violencia doméstica, depresión psicológica y la
lucha por el espacio y demás recursos escasos entre los vecinos y familiares,
resultado de procesos de hacinamientos por largos periodos de tiempo.
El ámbito escolar propio
del estudio y de la formación académica (otra forma de trabajo no remunerado en
muchos países), tuvo que literalmente frenar las actividades presenciales, para
que todas las instituciones, sus niveles educativos y de formación, en compañía
de sus programas de estudio, fueran adaptados, replanteados y corregidos, a fin
de pasar de manera inmediata a la virtualidad o educación Online. Mención
especial, reclaman todos los estudiantes de los niveles de educación o
formación básica (infantes de cuatro a 17 años), quienes están más asociados al
uso de las redes y los dispositivos electrónicos, pero con el detalle, que el
apoyo y guía didáctica la tendrían o la tienen que dar ahora sus padres o
tutores.
No obstante, la mayoría
de los progenitores no están preparados, dedicados y/o formados para cumplir y
suplir las labores docentes, lo que a carrereará nuevas problemáticas sociales
y de exigencias en la formación de disimiles niveles académicos. Igualmente, no
se puede perder de vista la influencia que tuvo la televisión en la formación
del Homo-videns (Sartori, 2010), y la ahora necesaria influencia de la Internet
(como un agente no-clásico, Morin-Delgado, 2016), pero que ha tomado una mayor
relevancia en el tiempo que lleva el resguardo por seguridad de salud.
A partir del contexto
anteriormente esbozado “la nueva realidad”, y que ya no es extraña para ninguno
de los lectores, la presencia del Sars-Covid19 también ha provocado que se
comience a cuestionar algunos de los viejos problemas y paradigmas que ya se
daban por concluidos y solventados en varias de las ciencias disciplinares, por
ejemplo: a) El viejo debate sobre la relación dicotómica entre la naturaleza y
la cultura; b) El derecho humano a la explotación de la naturaleza, a partir
del empleo de la ciencia, c) La supuesta reducción de las relaciones e
interacciones sociales, a razón de la era y revolución digital, d) El
antropocentrismo fomentado por la era moderna y posmoderna, entre otros muchos
debates contemporáneos. Siendo algunos de los ejemplos, de la aún vigente revolución
paradigmática como motor del desarrollo científico e investigativo, que en su
momento sugirió Kuhn (1978) y que recupera Pérez Tamayo (2014).
El punto es, que para
poder analizar las múltiples realidades y dimensiones de los actuales contexto
glo-cales, se requiere volver a revisar los viejos paradigmas, afirmaciones y
demás apuestas teóricas que ya se daban por corroboradas y aceptadas, así como
establecer nuevas preguntas en contextos de los viejos problemas, pero también
es necesario hacerse consciente de las propias cegueras y limitantes de nuestro
propio conocimiento. Así como, el reconocimiento del error y la reparación de
los daños teóricos que se hayan formulado, en contextos previos a la pandemia.
No obstante, no basta con
las buenas intenciones para lograrlo, aunque verdaderamente se necesitan, sino
que se requiere del trabajo colaborativo de grupos impares interdisciplinarios
y el acceso a prácticas y metodologías transdisciplinarias (Rivera, 2021 y
2021b). Las cuales, estén supeditadas a las herramientas de análisis de
contenido, como son: los diálogos-debate, los marcos epistémicos, los diálogos
de saberes, los diálogos epistémicos comunes, la arqueología de saberes, entre muchas
otras, así como el desarrollo de prácticas investigativas que recurran o
recuperen varias de las anteriores, a fin de que sean los parámetros
teóricos-metodológicos que permitan la construcción y sostén de los
isomorfismos que requiere el nuevo lenguaje de investigación no disciplinar.
Sin olvidar, el necesario poliglotismo científico en el desarrollo de
investigaciones que acojan alguna de las propuestas teóricas de la complejidad,
como son: las ciencias de la complejidad, el pensamiento complejo, las lógicas
no-clásicas, la teoría de sistemas y la teoría del caos, entre otras.
El camino que la
incertidumbre de la evolución de las especies (incluida la humana), y que está
manifiesta en la selección natural que nos ha detonado la pandemia. Reclama el volver a cuestionar y revisar
viejos y nuevos paradigmas, como parte de los motores de las revoluciones
científicas. El camino sigue siendo largo, pero como diría un viejo proverbio
de Lao-Tse: “Un viaje de mil millas,
comienza con un primer paso”.
Referencias:
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del Área Andina. Recuperado de: https://digitk.areandina.edu.co/handle/areandina/3384
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Carroll, L. (2015). Alicia a través del espejo. México:
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Sartori, G. (2010). Homo videns. La sociedad teledirigida.
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